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  • Mauricio Florez-Morris, Ph.D.

Esa campaña no la salva ni Mandrake

Actualizado: 6 mar 2022


No es raro que a "última hora" hayan campañas que contacten consultores políticos esperando soluciones "mágicas" para salvar a sus candidatos de inminentes y penosas derrotas. En estos casos, cuando "la suerte ya está echada", las posibilidades para maniobrar y revertir tendencias son muy pocas. No existe un número determinado, o fijo, de días, semanas o meses que se pueda aplicar en todos los casos y que sirva para marcar un punto de no retorno, cuando la tendencia perdedora de un candidato se vuelve irreversible. En algunos casos, a pocos meses de las elecciones se sabe que la campaña no tiene futuro, en otras instancias, solamente después de las elecciones el equipo de campaña empieza a aceptar algunos errores. Por supuesto, siempre hay personas que aun después de haber hecho la peor campaña posible, echan mano a cualquier disculpa externa como haber sido "rezados" o "que ese día llovió mucho", hasta reconocer cualidades del candidato y del partido rival, que no fueron contrarrestadas.

A continuación, se presentan 14 posibles indicios de que las cosas no están marchando correctamente en una campaña política, por supuesto, el listado no es exhaustivo. Muchos de estos síntomas detectados a tiempo son corregibles, y cuando no, sirven al menos para evaluar errores cometidos y prepararse mejor en futuras gestas electorales.

Síntomas de que una campaña electoral está en la senda perdedora

1. No tener una clara visión general de cómo se pueden lograr los objetivos de la campaña

Una de las primeras cosas que un consultor político hace cuando se encuentra con un posible cliente es desarrollar una visión general de cómo esta persona puede lograr sus objetivos electorales. Aunque muchas veces se piensa que el único objetivo válido de una campaña es ganar la elección, en la práctica pueden haber otras metas como: impulsar una política pública, posicionar al candidato en la mente de los electores para una futura elección, ganar burocracia en el próximo gobierno, evitar que otro político triunfe, etc. En ocasiones, tener una visión general de cómo se pueden lograr algunos de estos objetivos es cuestión de segundos, otras veces se necesitan días y hasta semanas para poder diseñar un camino convincente para alcanzar las metas fijadas. Campañas que están en problemas carecen de una visión clara para alcanzar sus objetivos.

2. No manejar bien sus matemáticas electorales

Adicionalmente de la visión general, una campaña está en problemas cuando no tiene unos objetivos tangibles y medibles de cómo va a cumplir con sus metas. Por ejemplo, el candidato debe saber las respuestas para preguntas cómo:¿Cuántos votos necesita para lograr su elección? ¿De qué grupos de la población van a salir esos votos? ¿Qué se debe hacer para obtener y mantener el apoyo de estos grupos? ¿Cómo mejorar las probabilidades de que las personas que lo apoyan realmente salgan a votarlo el día de las elecciones? etc. En otras palabras, una campaña en problemas no maneja bien sus matemáticas electorales.

3. No tener un mensaje claro

En una campaña con dificultades, por lo general, el candidato y sus voceros no tienen en claro el mensaje que le deben comunicar a sus potenciales votantes. Inclusive campañas desorganizadas, por lo general, no saben ni siquiera de qué temas se va a hablar cada día. Contrario a una campaña en problemas, una que es triunfadora sabe que los mensajes de campaña deben estar diseñados para llegar y motivar al número de votantes que se necesita para cumplir sus objetivos. Por ejemplo, si la campaña quiere atraer a los usuarios del transporte público en una ciudad, los mensajes deben estar orientados a este tema. Inclusive en momentos cuando se le pregunte al candidato de otras cosas como la seguridad, el medio ambiente, o la corrupción, este siempre debe tener la capacidad de contestar la pregunta, redireccionándola hacia el mensaje de la campaña, que en este caso es sobre el transporte público.

4. Omitir mencionar a sus oponentes por su nombre

Una importante función de una campaña es diferenciarse positivamente y en pocas palabras de sus principales oponentes, para esto tanto el candidato como su equipo de campaña deben poder mencionar públicamente el nombre de sus adversarios y los asuntos que los distinguen favorablemente de ellos. El no hacerlo es un síntoma de que la campaña tiene problemas.

5. Cuando el candidato no le presta atención a obtener recursos económicos para solventar la campaña.

Lamentablemente una campaña política al igual que muchos otros proyectos y empresas que se quieran desarrollar, necesita de algún dinero para que funcione. Pensar que servicios de calidad se pueden obtener gratis o a bajos costos es iluso. La situación es difícil cuando campañas con dificultades económicas, invierten más tiempo pensando cómo se va a recolectar dinero y menos tiempo haciendo esta recaudación. El típico candidato en problemas es aquel que le da pereza levantar el teléfono y solicitar ayuda. Esto nunca es fácil, pero se debe pensar como una actividad que es parte de un proceso de construir coaliciones electorales y de gobierno. Además, son muy pocos los casos de personas que desarrollan una gestión política sin pedir la colaboración de terceros.

6. Cuando el candidato deja de confiar en su equipo de asesores porque piensa que ellos toman malas decisiones.

Escoger los consultores correctos es una de las más importantes decisiones que cualquier político debe tomar. Esto significa determinar los roles que cada asesor va a tener dentro de la organización de la campaña, al igual que estipular los objetivos claros que cada consultor debe cumplir. Por ejemplo, si un asesor está encargado de organizar a los voluntarios, se espera que desarrolle un plan y que en la medida que éste se ejecute, el número de voluntarios crezca, se construya un banco de datos sobre ellos, se ofrezcan actividades para mantenerlos motivados, etc. El ideal es que los candidatos comiencen a conocer y relacionarse con los asesores mucho antes de que las campañas empiecen. Un buen ámbito para iniciar este tipo de relaciones profesionales se da durante los congresos y cumbres de consultores políticos. Por supuesto, si después de contratarlos se pierde la confianza en ellos, cámbielos. Donald Trump llegó a la Presidencia de los Estados Unidos cambiando dos veces a sus principales estrategas.

No tener asesores profesionales, pone a cualquier campaña en la misma situación de desventaja que puede tener un equipo de fútbol sin Director Técnico o una orquesta sinfónica sin Conductor. Cuando en un coctel se ve a un grupo de consultores riéndose, por lo general el chiste que antecede las carcajadas es sobre algún político que contrató a su sobrino para hacer un trabajo de campaña. Aunque las diferentes versiones del chiste sean conocidas, estas nunca pierden su comicidad.

7. Tratar de solucionar todos los problemas de la campaña con publicidad.

A muy pocas personas se les ocurre contratar a un publicista para que les haga un trabajo de ortodoncia o para que organice la producción de tortas en una fábrica, sin embargo algunos políticos consideran que el publicista es el profesional más idóneo para manejar una campaña política. Por supuesto, puede haber casos de estos profesionales que hayan extendido su conocimiento a otras disciplinas, pero su entrenamiento básico no los capacita automáticamente para hacer un buen trabajo electoral.

Usualmente las campañas dirigidas con "criterio de publicista" se asemejan a las personas que están aprendiendo a cocinar y piensan que la única forma de arreglar todos los postres es agregándoles más azúcar. Con esta única solución para todo, el resultado puede ser un postre que empieza siendo empalagoso, luego resulta hostigante y que al final termina siendo repugnante. Por supuesto, no hay mal que por bien no venga. Críticos de los procesos democráticos dicen que estos favorecen a las personas que más dinero invierten en sus campañas. Sin embargo, los altos sobrecostos que generan algunas candidaturas manejadas con "criterio de publicista" y la poca efectividad de algunas de ellas, contradice la teoría, "del que más gasta es el que siempre gana."

8. Cuando no existe disciplina en lo que se hace y en lo que se gasta

Una campaña en problemas es aquella que no tiene disciplina y criterios claros para invertir sus recursos. Un ejemplo es cuando hoy se gasta en globos inflables para repartir, mañana en botellitas de agua y pasado mañana en lo que el siguiente vendedor les ofrezca, pero sin tener una idea clara de qué se quiere obtener a cambio de estas inversiones. Es usual ver a los candidatos sin experiencia cuando se entusiasman con las muestras gratis de productos que les ofrecen sus "amigos", y llenan la campaña de chucherías que a la postre no tienen un efecto real en obtener los votos que se requieren para ser electos.

Lo mismo pasa con el manejo de otros recursos cómo el tiempo del líder. Un signo de que la campaña está en problemas ocurre cuando el candidato gasta varias horas hablando con un pequeño grupo de personas, muchas de las cuales ni siquiera están registradas para votar en su distrito electoral.

9. Cuando en la campaña se conocen los problemas personales del candidato

Una situación típica que se vive cuando una campaña está en problemas, es que algunas de las dificultades personales del candidato empiezan a aflorar. Son momentos en los que se escuchan recriminaciones de los cónyuges o de otros familiares relacionados con el papel del político y su decisión de haber entrado en la contienda electoral. Como ganar una elección es por lo general una actividad difícil y estresante, es común que un asesor profesional le solicite al candidato, tener el apoyo de su familia desde antes de anunciar su decisión de competir en una campaña. De no ser así, se espera que su carrera electoral tenga potencialmente serios problemas.

10. Cuando el candidato empieza a dar declaraciones contra todas las compañías encuestadoras

Siempre es posible que alguna compañía encuestadora se haya equivocado en su análisis o haya formulado el cuestionario de forma que favorezca a un político y no a sus contrincantes. Sin embargo, cuando un candidato obtiene permanentemente resultados negativos de diferentes firmas y su única actitud es atacarlas sin usar criterios técnicos, entonces se debe pensar que su campaña está en problemas.

11. Cuando se decide jugar seguro y no tomar riesgos

Muchos candidatos que en un primer momento del ciclo electoral empiezan punteando en las encuestas y deciden no tomar riesgo durante la campaña, se encuentran que en la medida que estas avanzan, su ventaja electoral se va recortando. La historia de las campañas políticas está llena de estos ejemplos donde hay personas que aconsejan no tomar riesgos y terminan hundiendo a candidatos ganadores. Este fenómeno se relaciona con la psicología de los votantes y no es diferente a lo que ocurre en otros tipos de relaciones humanas. Una campaña que se considera triunfadora antes de tiempo, y se vuelve monótona, predecible y aburrida termina espantando a parte de sus votantes.

12. Cuando el candidato abandona actividades de campaña para hacer otras cosas "más divertidas"

Es un signo claro de que la campaña está en problemas cuando el candidato deja de buscar votos y recursos, y decide tomarse públicamente uno o más días libres para hacer compras o hacer turismo. Por supuesto, en una campaña larga, el candidato debe tener tiempo para desarrollar actividades privadas como descansar y relajarse, pero estas deben ser congruentes con el trabajo que todas las personas están haciendo para obtener su elección.

Aunque no todo en el cronograma de un candidato puede ser fiesta, si es importante que se incorporen muchas actividades que para él y sus seguidores les resulten entretenidas y que igualmente sirvan para buscar votos y otros recursos para la campaña.

13. Cuando se cambia constantemente de mensaje

Una campaña esta oficialmente "groggy" o tambaleante cuando su candidato cambia permanentemente el mensaje que le quiere comunicar a los votantes. Muchos seguidores necesitan escuchar varias veces el mismo antes de poderlo recordar e identificarlo con el político, si este se cambia con frecuencia, se reduce la posibilidad de que el votante haga una asociación entre el mensaje y el personaje que lo ha dicho. Una buena comunicación de campaña funciona como una canción que "pega" y se vuelve popular. En ese momento, entre más se escucha, más gusta.

14. Cuando se inicia el trabajo de campaña muy tarde

Cómo regla general, desde el momento que se inicia una campaña hasta el día de las elecciones, el número de votantes indecisos, que pueden llegar a cambiar una tendencia electoral, se va achicando. Académicamente este fenómeno se conoce como "cristalización de la opinión pública" y fue originalmente estudiado por Edwards Bernays (1926) quien escribió su famoso libro: "Crystallizing Public Opinion." Por este motivo en términos de consultoría política, toda campaña está en una carrera contra reloj tratando de conquistar la mayor cantidad de indecisos antes de que ellos escojan otras alternativas. Esta urgencia se debe a que una vez la persona decide por quién votar, es más difícil que se retracte y apoye a otro candidato. Frente a la importancia de actuar a tiempo al comienzo de una campaña, la tardanza de un candidato para contratar los servicios de un consultor e iniciar de inmediato el trabajo, es por lo general considerada una señal de futuras dificultades.

Cabe comentar que, aunque en el arsenal del asesor hay herramientas para descongelar la cristalización de la opinión pública, estos mecanismos no siempre son efectivos. Un ejemplo son las famosas "sorpresas de octubre", término que surgió en el contexto electoral de los Estados Unidos y se refiere a la aparición de noticias negativas sobre un candidato que hacen temblar el tablero electoral algunas semanas antes de las elecciones de noviembre. La efectividad de esta herramienta electoral depende del tipo de información que se presenta, de la disciplina de la campaña para usar esta arma en el momento adecuado y de la capacidad de reacción de la campaña opositora.

En conclusión

Esta lista de síntomas, con los 14 puntos expuestos, que se puede seguir ampliando y perfeccionando, muestra a una campaña electoral en la senda perdedora. Sin embargo, el objetivo central del artículo va más allá y se centra en enfatizar la importancia de reconocer a tiempo estas alertas antes de que sea tarde.

Son muy pocos los casos de consultores profesionales que, sin previo vínculo con un candidato, aceptan este tipo de retos y logran salvar la situación de una mala campaña a última hora, utilizando el recurso de un "hail marry pass" electoral. Este término es usado en el fútbol americano para describir una jugada desesperada y de último momento que puede cambiar favorablemente el resultado de un partido. Por supuesto si alguien a último momento le promete este milagro, es aconsejable que le recuerde ironicamente la canción "Can't Take My Eyes off You" que empieza con la frase: You're just too good to be true ("Eres algo demasiado bueno para ser verdad" o como decimos "Es demasiado bueno para ser cierto").

Y aquí la canción completa, versión de Frank Sinatra con subtítulos en español, para que, de ser necesario, la vayan practicando con el equipo de campaña:

 

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Mauricio Florez Morris

Este artículo fue escrito por Mauricio Florez Morris, Ph.D. El autor ha sido profesor en las facultades de Ciencia Política y Sociología en University of Maryland, George Washington University, Georgetown University, y North Virginia Community College en los Estados Unidos. También ha dictado clases en la Universidad del Rosario y la Universidad Javeriana en Colombia, al igual que en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad del Salvador en la Argentina.


Su actual interés académico se centra en temas relacionados con los estudios de opinión pública, campañas electorales, marketing, liderazgo y psicología política. Es miembro de la American Association of Political Consultants (AAPC), la American Political Science Association (APSA) y es Community Member de Campaigns & Elections, USA. Ha trabajado en campañas electorales para organizaciones afiliadas al Partido Demócrata en los Estados Unidos.


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